Pese a que todavía no existe consenso sobre las consecuencias de este
fenómeno, los expertos concuerdan en que los productores deben seguir con
atención las proyecciones climatológicas y realizar cambios en las técnicas de
cultivo para evitar pérdidas.
Andrea Ortega C.
Andrea Ortega C.
Las alarmas ya están encendidas. La producción mundial de trigo ha caído
5,5% en las últimas tres décadas, desde que la temperatura del mundo se
incrementó en un grado centígrado, según indica una investigación liderada por
David Lobell, de la Universidad de Standford. Para 2030, se estima que las
cosechas de trigo en India, uno de los principales productores del mundo,
podrían caer en 5%, según la oficina meteorológica de ese país. Todos estos
fenómenos serían por la misma causa: el cambio climático.
En Chile, aún no existe total certeza de lo que podría llegar a ocurrir.
Sin embargo, algunos expertos anuncian que el evento podría reducir los
rendimientos, desplazar las zonas productivas hacia el sur e incluso propiciar
la aparición de nuevas enfermedades.
“El trigo es un cultivo muy importante, desde el punto de vista
alimentario y de los ingresos. Como la agricultura depende de la disponibilidad
de agua y de cualquier cambio de régimen de precipitaciones, este evento
definitivamente afectará a gran parte de los cultivos. En especial a los
sistemas productivos de secano”, explica Iván Matus, ingeniero agrónomo de INIA
Quilamapu.
Fernando
Santibañez:
Es
sumamente importante elegir variedades resistentes, tanto en sequía como en
exceso de lluvias, porque el viento también está siendo un factor y basta un
evento para perder la mitad de la producción triguera.Lo cierto es que,
en la actualidad, existen algunos indicios de cambios que podrían comenzar a
afectar los predios trigueros. Fernando Santibáñez, profesor del Departamento
de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables de la Universidad de
Chile, comenta que las frecuencias de las lluvias tardías se están
incrementando, lo que retrasa el ciclo de los cultivos y provoca bajas en los
rendimientos.
Por esa razón, los expertos recomiendan adecuarse al nuevo escenario y
cambiar algunas prácticas que se relacionan con el cultivo de trigo. “Se están
produciendo ciertos cambios en el uso de variedades, que se están trasladando
hacia el sur. Cabe recordar que los años secos suelen ser mejores para el trigo
que los años con lluvias muy abundantes”, confirma el ministro de Agricultura,
Luis Mayol.
Carlos
Gana:
Posiblemente
en los próximos 10 años vamos a tener un clima más seco y más fríoSin embargo, hay
expertos como Carlos Gana, gerente de estudios de Anasac, que comentan que aún
es difícil proyectar los efectos que tendrá el clima en los cultivos de trigo a
futuro. “No sé si hay a nivel nacional algo relacionado con el clima. Para eso
es necesario tener análisis estadísticos en detalle que relacionen la fecha de
siembra y los rendimientos, con los cambios climáticos”, dice.
Sube la temperatura
Pese a la falta de consenso, los avisos abundan. Inundaciones, sequías,
alzas de temperaturas y lluvias tardías son parte del abanico de amenazas que
traería el cambio climático, y que podrían afectar al trigo, un cultivo
particularmente sensible a estos cambios.
Hasta ahora los cambios en Chile han llegado a través del incremento de
las temperaturas medias, la disminución de las precipitaciones durante el otoño
y el aumento de las lluvias de mucha intensidad en primavera.
“En algunas zonas han ocurrido eventos de sequía. En otras, alzas de
temperaturas e incluso hay zonas con ambos fenómenos. Por ejemplo, la zona
centro norte de Chile se ha visto afectada por sequías, falta de lluvias y,
posteriormente, falta de agua para riego”, comenta Matus.
El principal problema de estos cambios es la sensibilidad del trigo a
temperaturas muy altas, durante su período de floración. “En las últimas
primaveras hemos tenido días muy cálidos seguidos de días muy frescos, lo que
ha provocado una caída en la fecundidad de las flores. Con temperaturas
cercanas a los 28 grados, seguidas de una caídas de menos de 20 grados”,
explica Santibáñez.
La fertilización también se ha visto afectada, ya que se puede inhibir
producto del excesivo calor. Algo similar ocurre con el crecimiento de este
cereal. Incluso, en casos críticos, las plantas desarrolladas podrían morir.
“Cuando el grano ya está formado, los golpes de calor, especialmente
acompañados de humedad ambiental, generan cambios enzimáticos que desmejoran la
calidad de las proteínas y pueden hacer que el trigo no sea apto para la
producción de pan”, dice Mayol.
Lluvias y heladas inesperadas
Una lluvia no excesiva, por lo general, resulta favorable para este
cultivo, incluso en etapas de llenado de grano. Sin embargo, el panorama cambia
cuando se provocan en gran cantidad y en fechas inesperadas.
“Una lluvia abundante, con viento en plena floración o madurez puede
provocar enfermedades, tendeduras, daños a la floración y brotación de granos,
con grandes pérdidas de rendimiento y calidad de grano”, dice Mayol.
Lo mismo ocurre con las heladas, que han comenzado a aparecer en fechas
que hasta hace un tiempo no eran comunes. Los expertos creen que un
desplazamiento antártico sería el responsable de las heladas polares que se
registraron durante la primavera pasada en la zona norte del país, y que ha
generado cuantiosas pérdidas por la baja calidad de los granos.
Lo bueno, lo malo y lo feo
Según los expertos, el cambio climático no afectaría a todo el país por
igual. Matus dice que “las zonas más afectadas son aquellas de secano, en las
que el desarrollo del cultivo depende exclusivamente de las aguas lluvias. Así
también, los secanos de la zona centro-norte y centro-sur del país, que se
extiende desde las V región y hasta la zona sur de la VIII región”.
Así, en los casos más extremos, los cultivos podrían reducirse hasta
desaparecer en algunas zonas.
Por otra parte, la zona de secano húmedo ubicada desde la IX región al
sur también se verá afectada por la reducción de las precipitaciones. Incluso,
las zonas de riego también podrían verse afectadas asegura el experto del INIA
Quilamapu.
Aunque, la baja del termostato también ha tenido un factor positivo en
el trigo, incrementando su rendimiento. Los más optimistas, por ejemplo, creen
que este factor podría permitir incluso una ampliación del cultivo hacia zonas
como Aysén, Magallanes y el sur de Chiloé.
Pero el calentamiento global no sólo podría cambiar la disposición de
los cultivos, también permitiría cambiar las fechas y técnicas asociadas. Uno
de los principales cambios, en el mejor de los escenarios, pasaría por extender
la estación de crecimiento, adelantando la siembra y la cosecha y aumentando el
número de ciclos en una temporada.
Así también, se podría obtener una mayor concentración de dióxido de
carbono (CO2) atmosférico. Según, Edmundo Acevedo, PhD de la Facultad de
Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile esto traería consigo una mayor
tasa de fotosíntesis, lo que no limita el rendimiento del trigo, a excepción
del período comprendido entre los 20 días previos a la floración y los 10 días
posteriores a ésta.
En las latitudes más bajas, en tanto, el calentamiento puede ser
negativo. Cuando las temperaturas exceden los rangos óptimos para los procesos
biológicos y las plantas sufren por estrés a altas temperaturas, los cultivos
responden negativamente, colapsan y bajan sus rendimientos. Así, se recomienda
poner atención en las áreas con condiciones límites de temperatura o de
disponibilidad de agua, ya que serían estas condiciones donde las plantas se
mostrarían más vulnerables.
Además, estas variaciones pueden generar la aparición de nuevas plagas,
enfermedades e incluso cambios en las poblaciones de malezas. Yuchun Zou, experto
en reproducción de trigo del Instituto de Investigación en Cultivos de la
Academia de Ciencias Agrícolas de Sichuan, comentó en SciDev.Net que en algunos
cultivos se podría llegar a ver con mayor frecuencia enfermedades como la roya
estriada, la roya de la hoja y del tallo, la fusariosis de la espiga y el
oídio.
Así, gran parte de los cambios se deberían a los cambios de termostato.
Matus explica que 1°C de aumento, durante el período de llenado del grano en
trigo, puede acortar esta etapa en 5%, generando una reducción proporcional en
el rendimiento e índice de cosecha. Las temperaturas sobre los 30°C, en tanto,
podrían provocar daños en la formación del polen. De esta forma, 10 días sobre
los 30 grados de temperatura tienen el potencial para afectar toda la calidad
del trigo si no se toman las medidas adecuadas. Gana explica que estas
condiciones hacen que el trigo baje del 10% u 8% de humedad habitual a un 6%,
lo que obligará al productor a realizar un cambio en la calibración de su
cosechadora. De lo contrario podría fracturar mucho más el cereal y generar
pérdidas millonarias.
Cómo enfrentar el cambio
Con todos estos cambios constantes es necesario que los productores
nacionales tomen consciencia acerca de lo importante de aumentar algunas
medidas paliativas.
“Lo primero que deben hacer es empezar a acostumbrarse a mirar los
pronósticos de largo plazo. Hay reportes que permiten en otoño tener una noción
de cómo vendrá el invierno y la primavera”, dice Santibáñez.
Gana concuerda con este punto y agrega que abril es decisivo para los
trigueros. Es en este mes cuando la Oscilación del Pacífico Sur —fenómeno
conocido como Enso— comienza a originar las fases de El Niño o La Niña. El Niño
se destaca por generar mayores temperaturas en el Pacífico ecuatorial,
aumentando las precipitaciones en la zona central de Chile. La Niña, en tanto,
genera periodos de sequía en la zona central, entre La Serena y Chillán.
Así, la indicación es clara: “El periodo de siembra óptima se extiende
entre el 15 de abril y el 21 de mayo. Si se pronostica que vendrá El Niño, con
más de un 50% de probabilidades, se debe sembrar más tarde y una variedad de
alto rendimiento. Al contrario, si se pronostica que vendrá La Niña se debe
sembrar ahora (los primeros días de mayo o antes). Mucho más que eso no se puede
hacer”, explica Carlos Gana.
Para aprovechar las lluvias, Santibáñez recomienda utilizar el suelo
como almacén de agua a través de la utilización de zanjas de infiltración.
De la misma forma, es necesario que la fertilización nitrogenada se
encuentre en el límite de lo inferior (50 kilos de nitrógeno por hectárea).
Esto evitará pérdidas y excesos de fertilizantes. Para los productores que
deseen llevar a cabo cambios drásticos en sus campos, la cero labranza y el uso
de cultivos de cobertura aparecen como alternativas viables para la prevención
de la evaporación, desde la Región de la Araucanía al sur.
El viento también puede provocar grandes pérdidas, por lo que Santibáñez
recomienda no tener cultivos a gran altura. “De igual forma se deben preferir
las variedades más pequeñas”, agrega.
Fuente:Diario El Mercurio
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