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Argentina: Almendras: otro año con oferta acotada

Aunque con un impacto menor que en la temporada pasada, las heladas de esta primavera volvieron a ocasionar pérdidas en los montes de almendros de Mendoza.
Los daños que provocó el frío en montes de almendros de Mendoza en las dos últimas temporadas, seguramente postergarán -al menos por una o dos campañas- la posibilidad de comprobar si, efectivamente, el mercado interno será abastecido por la producción local.
A mediados de agosto del 2011, cuando aún no habían impactado las heladas tardías, se advertía que a medida que los nuevos montes entraran en producción, el sector debería ir pensando en una estrategia exportadora para resolver lo que se suponía sería una producción excedentaria en la siguientes dos campañas.
Pero con pérdidas casi totales en algunas zonas y con la fría primavera 2012 que amenaza con disminuir a la mitad la producción esperada de algunos montes muy importantes, Argentina sigue importando almendras para atender la demanda interna, y los precios se mantienen tonificados en torno a los 5 a 6 dólares el kilo a nivel internacional. Esto implica que aún con bajos rendimientos promedio en la mayoría de los almendrales de la región, el negocio se mantiene.
A pesar del traspié sufrido por el impacto de las heladas, el cultivo de la almendra se consolida como una opción interesante de producción agrícola en la región.
Desde el sector proveedor de material de propagación se comenta que el interés se renueva con el surgimiento de nuevas variedades que podrían resolver, en parte al menos, el problema de las heladas.
Variedades que comenzaron a probarse hace cinco años, habrían empezado a mostrar sus cualidades y posibilidades de cultivo, por lo que han pasado a ocupar una parte de las tierras destinadas a algunos de los nuevos proyectos agrícolas en Mendoza, y en menor medida en San Juan.
Las dos provincias cuyanas fueron siempre las principales productoras en el país, y la información que llega del Noroeste argentino, induce a pensar que esa posición se consolida, a partir del progresivo abandono de emprendimientos desarrollados en su momento en La Rioja y Catamarca sobre todo (alentados por el diferimiento impositivo), ante la imposibilidad de proteger a los almendrales de los fríos tardíos de primavera cuando, en aquella zona, las plantas han comenzado a brotar.
La cuestión varietal
En la década de los ‘80, Argentina había incorporado un paquete tecnológico desarrollado en Estados Unidos. En ese momento, ingresó al país material de propagación de almendras de cáscara blanda y de floración muy temprana. Son variedades como Nonpareil, Merced, Rubí y Thompson, que -según los entendidos- tienen buena calidad de pepa, pero la desventaja de una floración muy temprana (alrededor del 10 de agosto), lo que las deja muy expuestas a la acción del frío, considerando que en esa fecha -en Mendoza- todavía es frecuente la ocurrencia de heladas. Además, no son autofértiles, por lo que tienen que usarse variedades que las polinicen, en una proporción muy alta.
Martín Zanetti, de Vivero Productora (de San Martín, Mendoza) recuerda que Mendoza llegó a tener de 5.000 a 6.000 hectáreas de almendros, “pero poco a poco los emprendimientos fueron fracasando, fundamentalmente por el problema de las heladas”. Apunta que “hacia el año 1998, quedaban sólo unas 2.000 hectáreas de variedades de cáscara blanda y que fueron abandonados muchos cultivos porque se helaban prácticamente todos los años, excepto los situados en las zonas más aptas, por su microclima, como la periferia de Maipú y algo de Guaymallén”.
Hacia fines de los ‘90, ingresaron desde España cuatro variedades nuevas, de cáscara dura, de las cuales las que mejor anduvieron fueron Guara y Felicia que florecen 20 o 25 días después que las de cáscara blanda.
En el año 2005, el vivero del Este mendocino hizo un convenio con dos de los tres centros españoles que investigan sobre almendra, lo que le permitió ingresar al país material de tres nuevas variedades (de floración muy tardía): Marinada; Tarraco y Mardía. Ese año, el establecimiento de San Martín implantó las colecciones para hacer parcelas de ensayo, y a partir de 2010 (luego de evaluada la viabilidad de esas variedades en Mendoza) comenzaron a vender plantas a productores. Hoy están en condiciones de volcar toda la información generada a partir del lote de plantas madres.
Renovada expectativa
El viverista asegura que “la experiencia de estos últimos 5 años, indica que estas nuevas variedades de cáscara dura -además de ser autofértiles- están muy poco expuestas al daño de heladas”. Marinada y Tarraco empiezan a florecer hacia el 5 de septiembre, y Mardía unos diez días después.
Así, el ingreso de estas variedades al mercado podría hacer resurgir las expectativas productivas del almendro en Argentina, ya que el problema del frío (en el estado fenológico más sensible) es factor determinante de la suerte de cualquier proyecto de inversión en el cultivo.
De hecho, este año hubo nuevamente problemas con el factor climático. Emilio Cicero, responsable de Producción de Almenci SA. (que tiene varias fincas en producción y peladero en Rodeo de la Cruz, Guaymallén), revela que las heladas de septiembre pasado afectaron bastante sus cultivos. “En algunas variedades (como Guara) se ha llevado entre el 50% y el 60%, al igual que en variedades tardías americanas, y alrededor del 10% de pérdida en Felicia”, revela.
El empresario considera que la almendra puede sostenerse como negocio, dadas ciertas condiciones; pero hace foco en algunas debilidades: “la almendra es un cultivo muy acotado por el clima (frío y viento Zonda), y de alto requerimiento de agua”.
Cicero dice que por ello es muy difícil obtener los kilos por hectárea que podrían dar las plantas y contrasta -en ese sentido- los 750 a 1.000 kilos por hectárea que está logrando Mendoza, con los 2.500 kilos por hectárea que se pueden llegar a producir.
La cuestión del rendimiento tiene mucho que ver con la zona donde esté instalado el cultivo, la edad de los montes y la inversión aplicada al cultivo. Sobre este último punto, el riego por goteo y el uso de estimuladores que favorezcan la polinización, por ejemplo, ayudan a aumentar la productividad. El número puede cerrar más aún si se incorpora cosecha mecánica.
La posibilidad de desarrollar el negocio ha disparado también el interés de otros viveristas.
La Ing. Agr. Belén Bobadilla, del Establecimiento Bobafrut, del Valle de Uco, tiene previsto iniciar la multiplicación de material y participó de las recientes jornadas técnicas que se hicieron en San Juan, en paralelo con el Simposio Internacional Olivícola. La profesional aporta un dato llamativo respecto de las nuevas variedades promocionadas en nuestra región.
Especialistas españoles que expusieron en las jornadas sanjuaninas, no habrían aportado precisiones sobre rendimientos de las nuevas variedades ibéricas, aunque habrían admitido que, en promedio, son más bajos que las americanas. Esas apreciaciones son coincidentes con las de Cicero.
Fuente: Los Andes

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